Seguían caminando al lado de Tolomeo. De pronto éste les dijo:
—Quiero invitarlos a mi casa, para que conozcan a mi madre y a mis hermanos.
-¿Te gustaría ir Pilli? —le preguntó Xochi a la niña.
-Sí me gustaría; gracias, Tolomeo. También nos va a gustar conocer a tu familia. La casa de Tolomeo quedaba a quince minutos de la escuela. Era una casa muy linda, paredes pintadas de blanco y el frente lleno de flores. Al llegar, Tolomeo entró llamando:
-¡Madre, madre! He venido con unos amigos para que los conozcas.
¡Estoy aquí con los pequeños! —dijo la madre.
Tolomeo, Xochi y Pilli entraron en un cuarto amplio donde había muy pocos muebles. La madre de Tolomeo estaba jugando con dos niños pequeños, más o menos de dos años de edad. Eran gemelos exactos. Xochi y Pilli nunca habían visto nada igual pues los dioses nunca nacen gemelos. La madre saludó con afecto a los niños y ellos, más interesados en ver a los gemelos, le pidieron permiso para alzarlos. Pilli tomó uno en sus brazos y Xochi el otro; los miraron detenidamente, admirados de que fueran tan iguales. Jugaron con ellos largo rato y al final estaban todos de amigos.
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