
A Xochi y Pilli les pareció Roma una ciudad alegre donde la gente caminaba sin prisa y tenía cara simpática. Después de andar muchas cuadras, llegaron a una pequeña colina, ya en las afueras de la ciudad. Tomaron un caminito estrecho por entre los árboles; un caminito que daba muchas vueltas, pero que Cornelio Plinio Rómulo, conocía muy bien.
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