jueves, 13 de diciembre de 2012

La adrenalina diferida


Absurdo negar a estas alturas que Supersubmarina ya han recorrido el trecho de la anécdota a la categoría. El atractivo musical (o generacional) de estos cinco veinteañeros de Baeza les augura un futuro de sonrisas. Con solo un par de discos, no es habitual agotar dos noches el papel en La Riviera (3.500 personas) o relegar en el cartel del reciente festival Dcode a Django Django, una de las mayores sensaciones internacionales del año. Los cimientos están muy asentados, como volvió a certificarse anoche junto al Manzanares. Ahora falta el estirón, y puede que eso lleve más tiempo.

Los jiennenses tienen incluso la audacia de abrir con una balada épica, Para dormir cuando no estés, que se diría escrita tras escuchar Boca en la tierra, de Vetusta Morla. En general, Supersubmarina parece un buen grupo de rock bisoño al que todavía le faltan grandes canciones. LN Granada, con su leve pátina de rock andaluz, constituye una excepción, como Tu saeta, el enconamiento guitarrero de Kevin McAllister o el colmillo retorcido en Canción de guerra, crónica de una ruptura de hostilidades (“ya no respeto tu pena”) que hurga en la universal temática de las hecatombes sentimentales. De acuerdo, hay que ser Dylan para firmar Blood on the tracks, pero algunas sentencias del nuevo disco, Santacruz, habrán bautizado muchos estados del Tuenti.

José Chino, estiloso y guapete de negro, necesita asumir todavía que le pertenecen las miradas de una creciente multitud. Demasiado retraído hasta los bises, cuando descerrajó una verdad palmaria (“mucha policía en los conciertos de Madrid, ¿no?”), el cantante aún no ejerce de hombre carismático. Las circunstancias son propicias para que la adrenalina fluya a chorretones, pero la comunión tarda en concretarse hasta el tramo final, con Ola de calor o Niebla. Es una secreción hormonal diferida, como de rockeros tímidos. Démosles algo de tiempo.

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