miércoles, 12 de diciembre de 2012

Un seductor sensible


Imposible que la estampa de Joshua Tillman -hombre espigado, de barba impoluta y belleza serena- pase inadvertida en el centro de un escenario. Sería injusto circunscribir su trayectoria previa a la etapa como batería de Fleet Foxes, banda extraordinaria en la que, sin embargo, acabó sintiéndose “un robot que tocaba lo mismo cada noche”. Pero en su nueva y más atractiva reencarnación artística, ahora bajo el apelativo de Father John Misty, se expone como nunca lo había hecho antes. Ejerce de seductor sensible, practica más de un contoneo pélvico y enarbola una voz tierna y arrobada que le acerca más a Nilsson, curiosamente, que a quien imaginaríamos como su padre espiritual primigenio: Gram Parsons.
A Tillman quizás le haya costado descubrir su propio atractivo como líder, pero ahora no parece dispuesto a desperdiciar el hallazgo. Coquetea con el público femenino; se agacha, estira los brazos o deja la cintura al aire como si hubiera ensayado muchas horas frente al espejo, se vuelve irresistiblemente vulnerable cuando aborda los estribillos en falsete de Only son of the ladiesman o la excelente Nancy from now on.Y cuando enfila la senda vaquera, siempre queda más cerca de John David Souther que de los Eagles.
La noche ya había empezado con la sorpresa encantadora de The No, banda aún emergente, pero muy atractiva, de rock entre épico y dramático que evoca a The National hasta en esos dibujos casi marciales de la batería. Su cantante no alcanza el aire taciturno y casi angustiado de Matt Berninger, pero todo llegará. El carisma recayó, en cualquier caso, en Father John, muy lejos de aquel personaje melancólico y ensimismado que firmaba sus primeros discos como J.Tillman. El hechizo del Laurel Canyon que el año pasado enarboló el estupendo Jonathan Wilson recae ahora en él. Y el testigo se encuentra en buenas manos.

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